Hoy despertamos a las 8:00 horas, es nuestro primer día completo en Estambul y nos espera el corazón antiguo de la ciudad, el barrio de Sultanahmet, la Bizancio para los Griegos y la Constantinopla para los Romanos.
Sultanahmet se extiende desde el Palacio Topkapi que domina el Bósforo, hasta las murallas de Teodosio a más de 6 kilómetros de distancia.
Desayunamos y salimos del hotel dirección al Palacio de Topkapi, residencia oficial de los Sultanes desde la conquista de Constantinopla en el siglo XV hasta el siglo XIX.
En menos de cinco minutos estamos en la cola de las taquillas informándonos de una entrada que cuesta 135TL y que nos sirve para la entrada al Palacio, a Santa Sofía y al Museo Arqueológico (válido para gastarlo en 3 días), y como tenemos previsto hacer las tres visitas pues nos ahorramos unas cuantas liras.
El Palaco de Topkapi (Topkapi Sarayi), se encuentra en una zona privilegiada ya que desde una de sus terrazas se puede contemplar el mar de Mármara, el Bósforo, el Cuerno de Oro y en días despejados dicen que se puede llegar a ver las islas de los Príncipes (cosa que nosotros no llegamos a localizar).
Al pasar la puerta nos encontramos con el primer patio, el Patio de los Jenízaros, antes lugar donde se reunían los jenízaros y hoy lugar de taquillas.
Al segundo patio se accede por la Puerta del Saludo, Bab-i-Salam, construida por prisioneros húngaros.
Aquí era donde vivían el cuerpo de guardia y los verdugos. Aquí también se encontraban las celdas de los detenidos que esperaban juicio.
Al atravesar la puerta se tiene una buena perspectiva de los pabellones y jardines que forman el palacio.
Este patio constituía el centro de la vida pública en el palacio, a la parte derecha encontramos las cocinas muy fáciles de reconocer por sus grandes chimeneas (que visitamos al salir).
Al lado izquierdo también encontramos El Harén o "Mansión de la Felicidad", donde hay que pagar una entrada aparte de 35TL (también lo visitamos al salir).
Nosotros seguimos de frente y atravesamos la Puerta de la Felicidad, Bab-i-Saadet, y accedimos al tercer patio, considerado la residencia del Sultán.
La Sala de la Audiencia, Arz Odasi, es el primer pabellón que encontramos y era donde se recibía a los embajadores.
Detrás de la Sala de Audiencias, ya en el jardín, encontramos la Biblioteca de Ahmet III, muy bien decorada.
Este tercer patio está rodeado por unos pabellones que albergan los objetos mas valiosos del palacio, ejemplo es la Sala del Tesoro, donde se exponen todo tipo de joyas procedentes de botines de guerra y ofrendas.
De frente a la Sala del Tesoro se encuentra la Sala de las Santas Reliquias o Pabellón de la Capa Sagrada, donde según su nombre indica, se guardan alguna de las reliquias de Mahoma como su Manto (el más sagrado de los tesoros), sus Armas (arcos, la espada y su escudo), en un cofre se guardan alguno de sus dientes, así como puede verse algún mechón de su barba ...
Nos dirigimos al cuarto patio, formado por varios pabellones y jardines y es aquí donde se puede tener acceso a una gran terraza con vistas al Bósforo, el mar de Mármara y la parte asiática de la ciudad.
El pabellón más interesante es el Pabellón de Bagdad, Bagdad Döskü, con bonitas decoraciones de estilo árabe.
Otro pabellón bonito es el de la Circuncisión, Sünnet Odasi, decorado con bonitos azulejos.
También entramos a visitar el Sofa Köskü o Sofa Pavilion, donde destaca un gran brasero de bronce en el centro de la habitación.
Cuando terminamos de visitar estas últimas instalaciones eran más de las 12:00 horas y estábamos cansados, nos sentamos un poco y mirando el plano del Palacio señalamos lo que nos queda pendiente y vamos retrocediendo el camino hasta llegar a las cocinas, que como os dijimos anteriormente, lo dejamos para el final junto con El Harén.
En las cocinas podemos ver exposiciones de porcelana, cacerolas y vasijas utilizadas en la época además de las grandes chimeneas entre otras cosas.
Cruzamos el patio y sacamos la entrada al Harén, un laberinto de pasillos, cuartos y celdas que conducen a los baños y dormitorios conectados por escaleras estrechas.
Aquí vivían las Concubinas, Esposas e incluso la Madre del Sultán.
Debía ser mucho más bonito, pero nosotros lo vimos en obras, todos los pasillos estaban tapados y la verdad no nos llamó demasiado la atención, destaca la gran habitación del Sultán decorada con bonitos azulejos en las paredes.
Con esto terminamos la visita al gran palacio y aunque cansados, decidimos ir hasta la Basílica de Santa Sofía (Ayasofya), que abre todos los días excepto los lunes con horario de invierno de 9:00 a 16:00 horas.
Se construyó como basílica utilizando los materiales más nobles como mármoles de colores, oro y plata, esmaltes ... aunque casi todos los revestimientos y objetos valiosos fueron expoliados o perdidos con los diferentes enfrentamientos a través del tiempo.
Posteriormente la basílica fue convertida en mezquita y se cubrieron los mosaicos cristianos ya que esta religión musulmana lo condena.
Escribieron el nombre de Allah, Mahoma y los cuatro primeros Califas en letras gigantes y estos grandes paneles todavía pueden verse colgados en el interior.
A mano izquierda de la entrada principal se encuentra la "Columna que llora " de la que se dice que satisface deseos introduciendo el dedo pulgar y haciendo girar la mano.
Esta parte izquierda de la basílica está con andamios por obras, y la verdad es que da enfado verlo así, pero es muy necesaria su rehabilitación, ya que el polvo y la suciedad se está apoderando de las paredes.
Después de disfrutar de todos los detalles de la planta inferior, buscamos unas escaleras que acceden a las Tribunas del primer piso, desde aquí se obtienen unas vistas magníficas de la nave central y donde podemos admirar alguno de los mosaicos recuperados como los de la galería de Juan II Comnero y su Esposa ofreciendo a la Virgen; el mosaico de Constantino XI Monómaco y la emperatriz Zoe, cada uno a un lado de Cristo; el emperador León VI postrado a los pies de Cristo o el Pantócrator entre otros, pero alguno está en muy mal estado y ponen una foto al lado para que te puedas hacer una idea de cómo sería el original, una pena ...
La visita nos ha gustado mucho y la grandiosidad de su cúpula nos ha impresionado.
Cuando salimos de Santa Sofía aprovechamos a comprar unos sandwinch que venden en un puestecito cercano y nos sentamos a comerlo en un banco de la plaza de Sultanahmet.
Esta bonita Plaza de Sultanahmet es la que separa Santa Sofía de la Mezquita Azul (Mezquita del Sultán Ahmet) que abre todos los días de 8:00 a 17:00 hora en horario de invierno.
Cuando terminamos de comer, nos dirigimos a la Mezquita Azul, donde los turistas entramos por una puerta lateral, hay que descalzarse y las mujeres se cubren la cabeza.
El interior estaba en obras y apenas se puede valorar lo grandiosa que es la mezquita. Sus paredes están cubiertas de finos azulejos donde predomina el color azul que da su nombre.
El centro esta reservado a los fieles que rezan, los turistas sólo podemos visitarlo desde la parte de atrás.
Esta mezquita era el punto de reunión de las caravanas que peregrinaban a La Meca.
Ya más relajados por haber visitado los monumentos que requieren de un horario, nos vamos caminando hasta el Hipódromo Romano, donde se celebraban carreras de carros, pero hoy apenas queda nada, solo una gran plaza en memoria de lo que fue su trazado, sus tres columnas centrales ( Columna de Constantino, Columna Serpentina y el Obelisco de Teodosio).
Hemos leído que tenía capacidad para 40.000 espectadores, la entrada principal se hallaba al norte, donde ahora se encuentra la Fuente del Emperador Guillermo II, también conocida como la Fuente Alemana.
Desde aquí deambulamos un poco y llegamos a un pequeño mercado de especias donde tenemos el primer contacto de lo que sería habitual en el resto de los días.
Decidimos ir hasta el hotel, nos aseamos un poco y descansamos unos minutos, luego salimos con el rumbo puesto hacia el Parque Gülhane situado a escasos metros.
El paseo atravesando el parque es muy relajante, la gente se sienta en grupo o en pareja a pasar el rato, se ven muchos turistas haciéndose fotos ... y finalmente llegamos al otro extremo donde salimos a la zona del Bósforo.
Caminamos viendo a los pescadores que tiran sus cañas al agua y el trasiego de personas en todas direcciones intentando comprar comida, entrar o salir de los barcos que van y vienen del Bósforo ...
Finalmente llegamos al Puente Gálata (Gálata Köprüsü), que atraviesa el estuario del Cuerno de Oro y conecta Eminönü con Gálata, ambos barrios en la orilla europea de la ciudad.
El Puente Gálata tiene dos plantas, una superior por donde pasa el tráfico y en cuyas aceras encontramos una estampa típica de Estambul, los pescadores en la barandilla con sus cañas echadas, y una planta por debajo llena de restaurantes.
Las vistas desde el puente son muy bonitas, las mezquitas están iluminadas y la estampa es para recordarla siempre.
Los alrededores está abarrotados de gente ya que en uno de los laterales del puente hay una gran estación de autobuses al aire libre.
Cruzamos la carretera como pudimos, ya que el tráfico está insoportable y buscamos el Bazar de las Especias, situado muy cerca de la Mezquita Nueva (ahora en obras).
El ambiente es embaucador y se pasa el tiempo sin sentir, después de un buen rato disfrutando de la zona, comenzamos a sentir un cansancio que nos llevó a la terraza de un restaurante que nos pillaba dirección al hotel y nos sentamos a cenar y descansar.
Sin duda, ha sido un día muy intenso nuestro primer día en Estambul.
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