Despertamos temprano para prepararnos y salir dirección a la terminal de ferry de Kowloon que se encuentra cerca de nuestro alojamiento. Nos cuesta bastante encontrarlo porque se accede desde el centro comercial del mismo nombre, tuvimos que preguntar para llegar hasta allí.
Los mostradores de las distintas compañías que operan el trayecto se encuentran en la primera planta, y según subes las escaleras mecánicas hay comerciales que te abordan intentando venderte el pasaje, pero nosotros queremos informarnos bien de los horarios y los precios. Finalmente nos decantamos por la compañía TurboJet, y la salida la hacemos a las 10:30 horas (precio del billete de ida 186 $ Hong Kong y precio de vuelta de noche 200 $).
El ferry tarda una hora en llegar de Hong Kong a Macao. Ya en la estación de ferry de Macao seguimos un pasillo hasta llegar al puesto de control de pasaportes ya que estamos entrando en otro país.
Los trámites son rápidos, ya estamos oficialmente en Macao.
Macao tiene su propia moneda, la Pataca, con un valor muy similar al del Dólar de Hong Kong, pero como sólo vamos a estar unas horas, decidimos no cambiar moneda, ya que aceptan la moneda de Hong Kong en todos los sitios.
A la salida de la terminal hay muchos autobuses que te llevan a todas las direcciones, pero nosotros tenemos un planning para el día y por la mañana vamos a caminar para conocer la zona histórica de la ciudad, luego por la tarde, visitaremos alguno de los grandes casinos.
Alfonso se entretiene un buen rato viendo las instalaciones del Gran Premio de Macao de F1.
Macao fue colonia portuguesa y eso se nota en cada paso que vamos dando, suelos de empedrado portugués en piedra de basalto haciendo dibujos, gastronomía y hasta los nombres de las calles escritos en portugués.
En las proximidades de la Plaza del Senado encontramos muchos restaurantes y entramos en uno de ellos a comer para luego dedicarnos de pleno a la visita de la ciudad.
Estamos alucinados de la cantidad de gente que encontramos en la Plaza del Senado, es casi imposible poder fotografiar algo, pensamos que es porque han inhagurado la época navideña, porque hasta en éso se nota el espíritu portugués, con las tradiciones navideñas...
Nos hubiera gustado visitar la Iglesia de Santo Domingo, pero se encontraba cerrada y proseguimos la ruta. Llegamos al Ayuntamiento donde encontramos un bonito Belén y un espíritu navideño que no habíamos visto en ningún lugar durante el viaje.
El ambiente festivo inunda la ciudad, nos dirigimos hacia la popular Rua da Felicidade y a partir de aquí, cuanto llegamos a la Rua do São Paulo ya si que vemos que no es el ambiente navideño lo que hace estar a la gente en la calle, algo más pasaba en la ciudad, y sino juzgad vosotros mismos.
Era prácticamente imposible caminar, y la policía puso una cuerda en medio de la calle para hacer dos sentidos, uno de subida y otro de bajada, algo que agradecimos pero ...
Intentamos llegar a las ruinas de San Pablo, una de las imágenes más representativas de Macao y cuando comenzamos a divisarlo a lo lejos nos impiden el paso.
Hay cámaras de televisión y mucha gente vestida de carnaval dispuesta a desfilar desde la escalinata de San Pablo.
Para poder llegar a las ruinas nos toca dar una buena vuelta buscando cómo poder llegar.
Visitamos el Templo de Na Tcha, y desde aquí podemos acceder finalmente a San Pablo.
En las inmediaciones hay mucha policía y voluntarios que dirigen a la gente para que no se agrupe, pero nos dejan acercarnos a las ruinas y desde aquí nos dicen que tenemos que proseguir el camino bajando las escaleras sin apenas detenernos.
Finalmente encontramos un cartel que nos informa de la fiesta.
Nuestra intención era visitar fuerte de São Paulo do Monte, pero nos indican que se encuentra cerrado por el desfile y que hoy es imposible la visita.
Un poco agobiados por tanta gente a nuestro alrededor decidimos buscar un taxi y dirigirnos hasta otro de los atractivos de Macao, sus grandes y elegantes Casinos. Y así hacemos, en poco más de 15 minutos estamos en una zona de avenidas amplias y grandes edificios, nada que ver con el centro de Macao.
El taxi nos deja en el Casino The Venetian, un hotel donde tiene una planta de casino y un transitado centro comercial. Pero hoy parece que nos hemos trasladado a un circuito por Europa, esta mañana parecía que paseábamos por calles de Lisboa, ahora por los canales de Venecia y terminaremos la tarde en los alrededores de la Torre Eiffel.
Después de un buen rato disfrutando del ambiente y sin jugarnos ni un sólo dólar, nos vamos hasta otro gran casino, Sands Macau, tres grandes bloques donde el lujo se respira.
Y del Sand nos vamos hasta Galaxy Macau, otro de los grandes hoteles casino.
Con la sensación de ser pobres para alojarnos y jugar en los casinos, nos vamos por la zona a ver los preciosos y lujosos hoteles ...
La última visita será el bonito casino y centro comercial The Parisian Macao, y es al que más tiempo dedicamos porque es el más nuevo y las instalaciones nos encantan, prometemos que si volvemos nos alojaremos en este hotel !!!
Ya es momento de ir hasta la terminal de ferry y regresar a Hong Kong. A la salida del casino hay una gran avenida donde hay una parada de bus, y así en unos 20 minutos nos presentamos en la terminal.
Esperamos hasta las 18:00 y comenzamos a embarcar en el ferry desde donde ya vemos la ciudad iluminada, que por eso hemos pagado un poco más en el billete.
La hora que dura el trayecto lo pasamos comiendo patatas fritas y viendo las fotografías.
Al llegar a Hong Kong caminamos desde la terminal de los ferry hasta el paseo de la fama y vamos viendo los grandes y lujosos escaparates de grandes firmas.
Entramos en algún que otro centro comercial y observamos el alto nivel de vida que tiene la ciudad ...
La decoración navideña es preciosa e invita a las compras.
Finalmente llegamos al Paseo de la Fama y nos sentamos en un banco un buen rato observando los bonitos edificios de la Isla de Hong Kong.
Sin duda hoy ha sido un bonito día y muy cansados regresamos al hotel, mañana será nuestro último día de viaje y nos queda organizar el equipaje para mañana aprovechar a tope el tiempo.