Comenzamos bien temprano el día para ponernos en camino hacia el que será nuestro destino en esta escapada, nos vamos hasta la localidad de Covanera.
A nuestra llegada buscamos un bar para desayunar y preguntar por dónde podemos ir a visitar el Pozo Azul, que aunque sabemos que está en el pueblo no aparece en nuestro GPS.
Las vistas desde la puerta del bar son muy bonitas, pero apetece poco estar en la calle a estas horas porque viene un fresco muy característico de Castilla.
Nos fuimos con el coche hacia donde nos indicaron y enseguida vimos un apartadero para poder dejar el coche y empezar el recorrido a pie.
El Pozo Azul es un manantial que vierte sus aguas de color azul verdoso al río Rudrón.
Muchos son los buceadores que vienen hasta aquí para explorar debajo de la montaña las concavidades.
Nos hicimos unas fotos y emprendimos el regreso.
Comenzamos el camino hacia las Merindades y nuestro primer pueblo a visitar es Orbaneja del Castillo, situado a 17 km.
Este pueblo nos recibe con una caudalosa cascada que cae desde el mismo pueblo hasta la carretera.
Que gran sorpresa nos llevamos!!!
Subimos por una escalera de piedra que hay a un lado de la cascada para visitar el pueblo y maravillarnos con las vistas que desde arriba tenemos.
Si venimos en busca de un castillo no lo encontraremos entre sus casas, pero si miramos a nuestro alrededor, encontraremos almenas naturales entre el paisaje.
Y por supuesto no tardamos en encontrar el beso entre dos camellos rocosos.
La visita a Orbaneja del Castillo es totalmente recomendada para todo el que esté de visita por la zona y si es en primavera mucho mejor, así podremos ver la cascada con abundante caudal.
Seguimos nuestro camino ahora hacia la Cascada de las Pisas situada a 36 km de aquí.
El río de Gándara cerca de su nacimiento, ha excavado un pequeño desfiladero que atraviesa un frondoso bosque de hayas. En lo más profundo del bosque encontraremos la magnífica cascada.
Es fácil llegar caminando desde el pueblo de Villabáscones de Bezana.
Regresamos al pueblo recreándonos con el paisaje y buscamos en el GPS nuestro próximo destino, Puentedey que está a 18 km.
Los kilómetros los hacemos por carreteras y paisajes que incitan a parar para hacer fotos.
Enseguida estábamos entrando en el pueblo para disfrutar de su entorno natural y por supuesto poder visitar el impresionante Puente Natural que ha ido formando el río.
Era la hora de comer pero no veíamos ningún sitio que ofreciera comidas, por lo que nos fuimos a un supermercado y nos compramos para hacernos unos bocadillos que nos fuimos a comer a nuestra siguiente parada, a la Cascada de la Mea, que está a escasos 1,5 km.
Como continuación a la entrada a los Canales de Dulla (barrancos y canales formados por la erosión), encontramos el bonito salto de agua ubicado en uno de sus barrancos laterales.
Nos sentamos en una piedra y nos comimos los bocadillos en un entorno fantástico.
Nos pusimos en marcha nuevamente para llegar a la Ermita de San Bernabé.
El conjunto Cárstico de Ojo Guareña, situado en la Merindad de Sotoscueva, es la tercera red de cavidades conocidas en España y una de las más importantes de España.
El desarrollo actual de galerías es de 110 km desarrolladas en seis niveles claramente diferenciados.
La ermita de San Bernabé y la Cueva Palomera son la únicas cuevas habilitadas para el turismo.
Se encuentra a 60 metros de desnivel sobre el actual sumidero del río Guareña.
Después de la visita nos fuimos hasta Espinosa de los Monteros a nuestro hotel que lo tenemos reservado por dos noches.
Era pronto todavía y decidimos ir a tomar algo a un bar donde hablando con el dueño sobre unas fotos que tenía colgadas en la pared nos aconsejó ir a visitar el Túnel de la Engaña.
El túnel situado entre los municipios de Vega de Pas, en Cantabria, y Pedrosa de Valdeporres, en Burgos, en las cercanías del río Engaña que le da nombre, se construyó utilizando a los reclusos de dos destacamentos penales, así como también se construyeron dos poblados uno en en parte cántabra y otra en la de Burgos (ahora abandonados).
El túnel se construyó como parte del proyecto del Ferrocarril Santander-Mediterráneo que pretendía unir el mar cantábrico con el mediterráneo.
Nunca se llegó a utilizar, salvo por algún camión que lo atravesó cuando las inclemencias del tiempo obligaba a cerrar el Puerto del Escudo.
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