ISLA DE RAILAY



Nos levantamos a las 7:15 horas para desayunar y bajar a la playa a la caseta donde se venden los tikets para la barca que te lleva a la isla de Railay.
Compramos los dos tikets para salir a las 8:00 en punto, pero hasta que no se completa la barca no se sale.
Enseguida nos llevaron en una furgoneta al punto donde se embarca y para allá que nos fuimos.
El trayecto duró 20 minutos y fue muy divertido.




Desembarcamos en la bahía en medio del agua, por lo que recomiendo que se vaya con un pantalón corto porque sino te mojas todo.
La isla consta de dos playas, Railay East y Railay West.  En este momento estábamos en Railay East y queríamos visitar la isla para terminar bañándonos en Railay West.

El último barco de regreso a Ao Nang sale a las 18:00 horas, cosa a tener en cuenta.
Nos adentramos en la isla con unas chicas que habíamos conocido en el barco y que hablaban español.
Fuimos cruzando diversos complejos hoteleros rodeados de una bonita vegetación, aquello era idílico.
Intentamos buscar la Cueva del Diamante o Phra Nang Nai Cave, situada cerca de la playa de Railay East, y se nos resistió pero al final dimos con ella.

En el interior de la cueva había estalagmitas, estalactitas y un bonito juego de luces que decora el recorrido.


Vimos como había gente que escalaba rocas imposibles.
Vimos miles de cangrejos minúsculos que iban directos al agua, nos tropezamos con un lagarto de tamaño considerable, con muchos monos revoltosos...
Hay una lugar de fácil localización, en el que puedes escalar para subir a lo alto de una piedra que sirve de mirador de la isla.
Nuestras amigas lo hicieron, y nos dijeron que las vistas eran fantásticas, pero tardaron más de 2 horas en completar la aventura, por lo que no les dio tiempo a bañarse casi nada.
Nosotros decidimos ir a ver la Cueva de la Princesa (Phra Nang Cave) que está situada en la misma playa de Railay West.
La cueva toma nombre de la leyenda que cuenta el naufragio de una princesa que consiguió refugiarse allí y todavía su espíritu la protege.


Deciros que nunca me he bañado en una playa con el agua tan caliente, rodeada de vegetación y de islotes como ese día.



La anécdota la pusieron unos monos revoltosos que desarmaron el campamento de unas chinas que estaban tranquilas tomando el sol.
Las quitaron la comida de las bolsas, las gafas y un móvil.
Comimos en un chiringuito que está dentro de la misma playa y con los pies en remojo seguimos aquella magnífica tarde.
A las 16:30 regresamos a la playa Railay East para tomar un fresquito coco antes de montar en uno de los barcos que salían para Ao Nang.
Fuimos a ducharnos al hotel y descansar un poco antes de salir a cenar.
Esa noche en un puesto de comida callejera, probamos un postre típico y nos gustó tanto que todas las noches fuimos a comprarlo.

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