LAS GARGANTAS DEL RÍO VERDÓN

 Que ganas tenemos de empezar a visitar la zona y poder ver con nuestro propios ojos esos acantilados que llevamos viendo en internet, esos colores azules tan bonitos del lago...

Nos pusimos en camino y la carretera ondeante nos adentra en el paisaje tan bello que queríamos conocer. Pasamos por varios pueblos construidos en piedra.
Paramos en muchos puntos donde se sacan panorámicas inmejorables.
La verdad que rodear el lago Sainte-Croix es una experiencia fantástica.
Las gargantas del Verdón forman el cañón más grande de Europa, con paisajes difícil de explicar si no se ve directamente.
Entre las actividades que se pueden practicar hay: senderismo, escalada, parapente, barco a pedal, camping, playa, rafting, kayak... hay para todos los gustos.





Nos hubiera gustado alquilar una barca de pedales pero había más de dos horas de espera para acceder a una, y no estábamos dispuestos a esperar tanto.
Nos fuimos a bañar un rato y a comer un bocadillo que llevábamos preparado para no perder tiempo en buscar un pueblo donde ir a comer.
Sobre las 15:00 horas montamos otra vez en el coche para seguir la ruta y vimos un desvío al pueblo de Moustiers Sainte-Marie, y decidimos ir a visitarlo.
Acertada decisión porque es un pueblo precioso .
Clasificado como uno de los pueblos más bellos de Francia, es un pueblo típico de la Provenza, dominado por una gran estrella de oro colgada. Cuenta con un gran encanto cuando se pasea por sus callejuelas y plazas llenas de tiendas de recuerdos.







Después de la visita seguimos nos pusimos en carretera otra vez  y empezamos a ver enseguida el lago otra vez, pero ahora desde las alturas y la vista es mucho mejor si cabe, comenzaban los miradores de las gargantas del Verdón.
Se pueden parar en los miradores pero con precaución, la carretera es bastante estrecha.
Pasamos por el mirador de Galetas.




Por el mirador de Mayreste, este un poco alejado ya del río





Y siguiendo la carretera llegamos al bonito pueblo de Montee des Fontainelles donde paramos ha hacer una breve visita porque enseguida se iba ha hacer de noche y no queríamos hacer el resto del viaje de noche para seguir viendo el paisaje.




Cuando salimos del pueblo empezaba a anochecer, casi todos los coches se daban la vuelta y hacían el camino inverso al que habíamos llevado hasta ahora, pero nosotros seguimos para ir a la localidad donde teníamos el hotel esta noche y de repente nos metimos como en una especie de desfiladero profundo que daba miedo pensar si venía un coche de frente como podíamos maniobrar.
Cuando salimos de ese tramo ya era completamente de noche, y fue una pena porque seguro el paisaje merecía la pena.
Cuando llegamos al hotel solo teníamos ganas de descansar que al día siguiente había que conducir mucho.

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