MADRID- TANGER

 El día comienza temprano, pero no en exceso, nuestro vuelo sale a las 13:45 horas.

Nos trasladamos desde Ávila hasta el aeropuerto de Madrid y como viajamos con equipaje de mano, los trámites no nos llevan demasiado tiempo.
Enseguida estamos frente a la puerta de embarque esperando poder entrar en el avión.
El vuelo transcurre con normalidad y a las 14:20 horas estamos aterrizando en Tánger (da gusto ver que casi no se pierde tiempo con el nuevo horario).

Después de pasar el control de pasaporte, salimos del aeropuerto para coger un taxi que nos lleve al hotel. Advertimos que en la ciudad hay una tarifa fija para este tipo de trayecto desde el aeropuerto, aunque ellos intentarán engañarte y pedirte más dinero.



El tráfico en la ciudad es caótico, la gente conduce fatal y no se respetan las señales de tráfico.

Enseguida llegamos al hotel, hacemos el checking y subimos a ver la habitación.

No nos entretenemos mucho, enseguida bajamos y pedimos un plano de la ciudad en recepción.

Señalamos lo que creemos más importante y mientras hacemos estos deberes, se nos acerca una persona ofreciéndonos una excursión de medio día para visitar el pueblo de Asilah.
Se trata de un servicio de excursiones que ofrece el hotel, y como sí que queremos visitar alguna población cercana y el precio que nos dicen nos conviene, pues dejamos cerrado el trato para mañana salir a primera hora.

Ahora nos vamos a visitar la playa que tenemos muy cerca, queremos tener nuestro primer contacto con Tánger, pero no agobiarnos mucho por ser el primer día.

En cinco minutos caminando llegamos a una larga y desértica playa, y no es para menos, cuando nos quedamos en traje de baño notamos que el viento que sopla es muy molesto y la arena hace daño al golpear contra las piernas (imaginamos que el viento sopla igual que en Tarifa, debido al Estrecho de Gibraltar).


Caminamos por la playa durante más de una hora y luego decidimos vestirnos y caminar por el paseo marítimo a ver si encontramos un sitio donde sentarnos a tomar algo.

Por ser un país musulmán sabemos que será difícil tomar una cerveza, pero a decir verdad, no nos cuesta encontrar una terraza que nos de una refrescante cerveza con unas olivas !!!

Enseguida se nos acerca un local dispuesto a ofrecernos su ayuda y enseñarnos la ciudad, pero le decimos que hoy no queremos hacer más de lo que hacemos, disfrutar del sol y de las vistas.

Luego nos vamos caminando hasta el puerto para ver si encontramos algún restaurante para cenar, pero el ambiente que hay no nos gusta, lo vemos un poco cutre todo y emprendemos la vuelta para buscar una terraza cerca del hotel que ya habíamos visto al salir.




Ya anochecido seguimos sentadas en el restaurante y sin ninguna prisa de movernos, es lo bueno de estar de vacaciones !!!


Regresamos al hotel a descansar para estar preparadas para la excursión de mañana.

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