Despertamos temprano y enseguida bajamos a degustar el riquísimo desayuno que tenemos contratado en el hotel.
Ya con el estómago lleno, subimos a lavarnos y a por la cámara de fotos. Luego esperamos en recepción a que llegaran las 9:30 y pasaran a por nosotras para hacer la excursión contratada.
Muy puntual llega el chófer y después de las presentaciones (en un perfecto español), emprendemos el viaje.
La primera parada es el Cabo Espartel, muy cercano a la ciudad de Tánger. En el camino vamos viendo grandes mansiones y una zona muy boscosa que es el Parque Rmillate.
Desde el Cabo tenemos unas bonitas vistas, y como el día está despejado, llegamos a ver a lo lejos la costa española.
Después de un rato en la zona, volvemos al coche y seguimos por la carretera que discurre paralela a la playa dirección al pueblo costero de Asilah.
Al poco rato, nos paran para dar un paseo en camello por la playa, sin duda, una anécdota que nos gusta mucho.
Seguimos y a pocos kilómetros llegamos a Asilah, un pueblo con mucha historia, que ya fue ocupado por cartagineses, romanos, españoles y portugueses.
Una vez allí, nos adentramos por sus callejuelas y vamos viendo sus blancos edificios y su pequeña Medina, rodeada por una muralla.
Aprovechamos una tienda de artesanía para comprar unas sandalias y algún que otro recuerdo.
La visita nos gusta mucho, es un pueblo muy coqueto y por estar tan cerca de Tánger, es una excursión recomendada.
Sobre las 13:30 horas salimos de la muralla a buscar a nuestro chófer y pedirle que nos lleve a un bar a tomar algo, el calor a estas horas es bastante fuerte.
Después de un rato sentados en la terraza del bar, emprendemos el camino de regreso a Tánger y le pedimos al conductor que nos deje en un restaurante de confianza para comer (por supuesto le invitamos, pero deniega la invitación porque tiene otro servicio de inmediato).
La comida es excelente, pedimos una fritura de pescado y una ensalada y nos ponemos las botas a comer.
Regresamos al hotel a descansar un rato y tomar un café sentadas frente a la piscina solitaria que hay, y es que el tiempo es bueno, pero no para bañarse.
A media tarde salimos a caminar por la ciudad y nos sentamos a merendar en una terraza hasta la hora de ir a dormir.
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