DÍA 2: LOURDES- FOIX- ROQUEFIXADE

 El despertador suena bien temprano y sin pereza comenzamos el día tomando un desayuno sencillo, que es lo único que sirven en la cafetería del hotel, un café con leche y una galleta de gran tamaño.

Cargamos la maleta en el coche y ponemos rumbo hasta la ciudad de Foix, donde queremos visitar el primer castillo del viaje.

Foix es una localidad situada en un valle entre los ríos de poco caudal Arget y Ariège y con un telón de fondo montañoso que por se otoño ya están nevado. Según nos acercamos a la localidad divisamos la preciosa silueta del castillo, situado en pleno centro histórico, en una roca calcárea a 60 metros de altura.

Vista de Foix

Aparcamos el coche a las afueras de la ciudad y caminando adentramos por sus calles medievales siempre siguiendo las indicaciones que nos llevan al castillo.

La entrada al castillo de Foix es una de las más caras del viaje, 11,50€ por persona (acceso al castillo y museo). Nada más entrar pasamos por numerosas salas donde se proyecta su historia y colecciones del Museo Departamental del Ariège. Aquí pasamos un largo rato y luego salimos por una puerta que da acceso al castillo a través del camino que serpentea hasta llegar.


Arbol Genealógico- Condes de Foix


Sala de Armaduras

Exposición de Armas

Con la entrada nos dan toda la información de lo que se puede visitar, así como el horario de los diferentes espectáculos a los que se puede acudir (taller de tiro, manejo de armas de guerra...)

El castillo jugó un importante papel en la historia militar ya que protegió no sólo a nobles sino también a los Cátaros durante la Cruzada.

Siglos después, siguió contribuyendo a la defensa de Foix durante las guerras de Religión, convirtiéndose en el último de los castillos de la región que tras la orden de Richelieu  fueron arrasados.

En el siglo XIX el Castillo de Foix fue declarado Monumento Histórico por el gobierno francés y restaurado intentando recuperar su estilo original.

- En el castillo destacan tres torres:

 La Tour d'Arget, que data del siglo IX y es la más antigua. También es la más pequeña de las tres y la única a la que no se puede acceder. 


La Tour d'arget

La Torre Central, donde encontramos en su planta baja la sala de intendencia. En la siguiente planta se visita la sala de sentencias. En la tercera planta visitamos la alcoba y finalmente llegamos a la terraza desde donde las vistas son preciosas.


La torre Central


Sala de Sentencias


Alcoba


Vistas desde terraza de la Torre Central

Entre la Tour d'Arget y la Torre Central se encuentra la gran sala de banquetes donde imaginamos que comían y bebían bien amplios por el tamaño que tiene.

Sala de Banquetes

La Torre Redonda, en la planta que se encuentra por debajo del suelo está el calabozo, pero está demasiado oscuro y no deparamos mucho en el lugar. En la planta baja encontramos una amplia colección de armas, subiendo a la siguiente planta vemos la sala escritorio, y donde el mobiliario recrea muy bien la época y para finalizar la visita también se accede a la terraza donde las vistas vuelven a ser inmejorables.


La Torre Redonda


Sala del Escritorio

Vista de La Tour d'arget y De la Torre Central

Hoy cuando ya hemos hecho el recorrido por los castillos de la zona podemos entender por qué el Castillo de los Condes de Foix tiene la entrada más cara, y es que es el único que cuenta con un museo, la recreación de las salas y la estructura perfecta de las torres, la visita nos ha gustado mucho.

Comenzamos a descender por el camino que nos aleja del castillo y nos encontramos nuevamente en la zona por donde habíamos comenzado la visita, obligados a pasar por la zona de souvenirs.

Antes de abandonar la ciudad nos vamos hasta la Plaza de Saint-Volusien donde se encuentra la Iglesia de la Abadía de Saint-Volusien, que tiene su origen en un monasterio en honor a éste Santo y que fue abandonado por los monjes durante la Revolución Francesa. 


Abadia de Saint-Volusien

Interior De la Iglesia de Saint-Volusien

Tenemos suerte de que tocaban las campanas para la llamada de los fieles a la misa y podemos acceder al interior para visitarla antes de que comenzaran los actos religiosos.

Nos volvemos a poner en ruta para llegar a la localidad de Roquefixade, donde tenemos el hotel para esta noche y donde se encuentra el Castillo de Roquefixade.

Roquefixade se encuentra en la ruta que nos lleva hasta uno de los castillos cátaros más visitados, el de Montsegur, por eso nos desviamos unos kilómetros y llegamos a este bonito pueblo que nos ofrece unas vistas preciosas de los Pirineos nevados...

Tenemos que informaros que en Occitania hay tantos castillos que es imposible poder visitar todos en los días que estaremos por estas tierras, algunos con difícil acceso y otros situados en el mismo pueblo que les da nombre.

Nada más bajarnos del coche el frío de la tarde nos hace abrigarnos bien y echamos la vista hacia el gran promontorio rocoso donde se encuentran situadas las ruinas del Castillo de Roquefixade. 


Château de Roquefixade

El castillo tiene origen en el siglo XI bajo el impulso de los Condes de Toulouse a los que pertenecía. Ellos fueron los que le dieron el nombre de Roquefixade (Roca agrietada) debido a una gran falla natural donde se ubica, la cual salvaron construyendo un arco de piedra en el castillo.

Los Condes de Toulouse confiaron el castillo a los Condes de Foix y al linaje de Pailhès sucesivamente hasta que llegaron las tensiones con la Cruzada Albigense, durante la cual la fortaleza sirvió de refugio a los Cátaros.

Después de siglos de historia, donde sucesivas batallas, modificaciones en la estructura, cambios de propietarios... la fortaleza fue mandada destruir por el Rey Luis XIII, quien a su paso por allí camino de Toulouse, dio la orden de que construcciones como ésta eran caras de mantener y lo mejor era acabar con ellas.

Nos acercamos al hotel para hacer el checking y antes de que se haga de noche salimos del pueblo para hacer con el drón una bonita panorámica del castillo y su entorno.


Château de Roquefixade con Los Pirineos de fondo

Vista aerea del Castillo

Regresamos nuevamente al hotel para cenar el menú que ofrece y pedir información de cómo subir hasta el castillo, a lo que nos indican que hay un sendero a la entrada del pueblo que llega hasta allí.

Cansados nos retiramos y mañana ya decidimos si subimos o no teniendo en cuenta el tiempo que estimamos que podemos tardar en llegar y teniendo una ruta tan cargada para pasar la jornada.










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