Amanece otro gran día con la agenda bien apretada, por eso sin demorarnos mucho nos aseamos y enseguida vamos a desayunar.
Nuestro primer destino del día es el Castillo de Peyrepertuse al que ya pudimos ver de lejos ayer. Aparcamos el coche y al acercarnos nos llevamos la fatal sorpresa de que la taquilla está cerrada, son las 8:45 horas y el horario de apertura es a las 10:00.
Esto trastoca nuestros planes por completo ya que si nos quedamos una hora aquí parados a última hora no podremos llegar a visitar la Abadía de Fontfroide ... finalmente decidimos que el dron volara y al menos llevarnos imágenes de la fortaleza, aunque nos hubiera gustado mucho haber podido visitarlo.
- El recinto bajo con el torreón.
- El recinto mediano, que es el más grande.
-Torreón de Sant Jordi.
Desde la parte más alta imaginamos se obtendrán buenas vistas de la zona y del castillo en general.
Seguimos la ruta por pueblos con mucho encanto y paisajes llenos de viñedos, nos encontramos en una zona muy vinícola sin duda ...
Llegamos a la localidad de Tuchan y enseguida vemos las indicaciones del Castillo de Aguilar, que es el destino al que queremos llegar. Al coger el camino que nos lleva al castillo vemos un panel de información que dice que el horario de apertura del castillo es a las 11:00, sin duda hoy parece que no vamos a poder hacer ninguna de las visitas que tenemos previstas ...
Pero no nos desanimamos nada, el paisaje de los viñedos con los colores otoñales nos gustan tanto que no nos cansamos de repetir que este viaje ha sido todo un acierto.
Paisaje de viñedos
En el momento en que vemos el castillo a lo lejos, decidimos parar el coche y volar el dron para llevarnos alguna imagen y poder seguir el camino.
Vista del interior del Castillo
Los primeros dueños del castillo fueron los Condes de Termes, que edificaron el recinto más pequeño y elevado; durante la Cruzada Albigense sirvió de refugio a los cátaros hasta que fue tomado por Simón de Montforte y posteriormente pasó a manos del rey de Francia.
El castillo fue modificado posteriormente por ingenieros reales construyendo la segunda muralla, la más externa y la torre del homenaje.
Dejamos atrás el Castillo de Aguilar y nos dirigimos hasta la población de Termes para visitar su castillo, pero en el trayecto nos encontramos con un rally de coches y aunque la carretera está cortada nos indican un desvío para llegar.
Por suerte el desvío nos lleva hasta la localidad de Villerouge Termènes, donde paramos para tomar un café. La sorpresa fue que el pueblo tiene un gran castillo bien conservado.
El coche lo dejamos en un parking gratuito al lado de la carretera y nos adentramos en el pueblo por sus empedradas calles hasta llegar a la única cafetería que vimos abierta, justo al lado del puente de piedra (Pont Vieux).
Villerouge Termènes es la puerta mediterránea a la región del Alto Corbières
Castillo de Villerouge Termènes
Este castillo data del siglo XII y es buen ejemplo de la arquitectura militar medieval. Hasta la Revolución Francesa perteneció a los Arzobispos de Narbona que gobernaban sobre él y sobre el pueblo.
Al castillo se accede por una rampa que conduce a la puerta fortificada situada en la parte norte, donde puede verse un escudo de armas del Arzobispo de Narbona.
El castillo tiene cuatro almenas en muy buen estado de conservación, una en cada esquina.
Iglesia de Saint-Étienne
Seguimos el camino hasta llegar al pueblo de Termes para visitar el Castillo de Termes situado a poca distancia de la localidad.
Vista del castillo desde la carretera
El coche lo dejamos en un parking gratuito de donde sale un camino de aproximadamente un kilómetro que nos lleva hasta las ruinas del castillo de las que apenas quedan restos de dos murallas concéntricas, es sin duda la fortaleza más destruida de todas las que llevamos vistas.
El castillo fue refugio cátaro durante la Cruzada Albigense y fue tomado por las tropas de Simón de Montfort debido a que la escasez de agua hizo enfermar a los que aquí resistían y tuvieron que rendirse.
Château de Termes
Con esta visita damos por concluido los llamados "Cinco hijos de Carcasona", que como os habíamos dicho, son cinco castillos que delimitaban la frontera sur con el Condado de Barcelona. De esta manera, las fortalezas de Quéribus, Peyrepertuse, Puilaurens, Termes y Aguilar formaban una cadena de castillos cuyo fin era mantener una sólida defensa del territorio.
Antes de irnos hasta Lagrasse, hacemos una visita al pueblo de Termes, que es muy pequeño y tranquilo. El único edificio medieval del pueblo es su pequeña iglesia de Notre Dame de la Nativité.
Emprendemos camino hacia Lagrasse, situado en el corazón del macizo de Les Corbières. El pueblo forma un conjunto armonioso con su viejo puente sobre el río Orbieu, sus casas y calles medievales, sus vestigios de antiguas murallas y su abadía.
Sin duda lo primero que nos llama la atención según llegamos a la localidad es su gran abadía benedictina de Santa María de Orbieu, cerca de la cual se desarrolló la Villa medieval. El núcleo urbano lo encontramos en la orilla opuesta del río que atraviesa la población
Vista de Lagrasse y de la Abadia Benedictina
Dejamos el coche y caminamos dirección a la abadía. Pasamos por los restos de muralla y cruzamos el río para llegar.
Las altas paredes que tiene la abadía nos impide apenas ver nada del interior, pero dando un rodeo al recinto llegamos a la entrada principal donde se sacan las entradas (5 euros por persona). Nosotros no entramos porque habíamos decidido visitar la cercana Abadía de Fontfroide .
Esta abadía benedictina es una de las más antiguas de Europa, fue fundada por el abad de Narbona Nimphridius en el siglo VII y posteriormente fue ampliada por Carlomagno, quien la elevó al rango de abadía. Los Condes de Barcelona le otorgaron importantes donaciones y privilegios y ésto contribuyó a su gran prosperidad.
Vista panoramica de la Abadia de lagrasse
Desde aquí nos acercamos hasta el Puente Viejo y el Puente Nuevo, desde donde se obtienen unas bonitas vistas.
L´Orbieu, Puente viejo y Campanario de la abadía
Cruzamos el puente viejo y nos adentramos en el centro histórico casi en solitario, Lagrase está calificada como uno de "los pueblos más bellos de Francia" y enseguida nos damos cuenta de que la calificación está más que merecida.
RINCON TÍPICO DE LAGRASSE
En el pueblo hay muchos rincones para fotografiar y una preciosa plaza, la Place de La Halle, parcialmente porticada y donde se encuentra el mercado.
Callejeando también llegamos a la Iglesia de San Miguel y finalmente a la Puerta del Agua donde encontramos un pequeño bar con terraza donde aprovechamos a comer, o mejor dicho merendar, pero es el único establecimiento que encontramos abierto en lo que llevamos de día.
PUERTA DEL AGUA
Damos por finalizada la visita a Lagrasse y nos encaminamos hasta la Abadía de Fontfroide que cierra a las 17:00 horas (tenemos poco más de una hora para visitarla).
Dejamos el coche en un parking gratuito y nos vamos hasta la taquilla para sacar las entradas, 11.50 euros por persona.
ABADÍA DE FONTFROIDE
La abadía fue fundada en el siglo XI por el Vizconde de Narbona como monasterio benedictino. Posteriormente se convirtió en Cisterciense, y en la actualidad es uno de los conjuntos monásticos mejor conservados de esta orden.
Durante la heregía Cátara, la abadía de Fontfroide fue un bastión ortodoxo frente al catarismo. El Papa Inocencio III dotó de plenos poderes a uno de los monjes de la abadía, Pierre de Castelnau, para parar la heregía cátara y entre otras acciones excomulgó al Conde de Tolosa, Ramón VI.
El asesinato de Pierre por alguien cercano al conde fue la chispa que provocó el inicio de la Cruzada Albigense.
La abadía fue abandonada a finales del siglo XVIII y un siglo después volvería a ser ocupada por la comunidad cisterciense. Aun así, a principios del siglo XX pasó a manos privadas y fue entonces cuando se iniciaron las labores de restauración.
La visita nos lleva por el Patio de Honor, donde se alojaban los hermanos conversos (los que hacían trabajos físicos, no los que se dedicaban a orar).
El Refectorio de los hermanos conversos, una gran sala que podía acoger a unos 200 monjes.
Pasamos por el Patio de Luis XIV, donde se encuentra un pozo cuyas aguas del río Fontfroide dan nombre a la Abadía.
PATIO DE LUIS XIV
El Claustro se construyó durante los siglos XII y XIII y por consiguiente con dos estilos, románico y gótico.
VISTA DEL CLAUSTRO
El tiempo corre muy rápido y apenas podemos detenernos en la preciosa Sala Capitural, obra maestra del románico.
De la Iglesia abacial resaltamos sus bonitas vidrieras, algunas dedicadas a la vida de San Francisco de Asís.
INTERIOR DE LA IGLESIA ABACIAL
Para finalizar la visita nos acercamos a los dormitorios de los monjes.
Salimos a uno de los jardines de la abadía, es enorme y todo plantado de rosales, toda la superficie que ocupaba un antiguo cementerio.
Nos hubiera gustado seguir conociendo otros jardines más pequeños, pero la hora de cerrar ha llegado y poco a poco vamos abandonando el recinto.
ABADÍA DE FONTFROIDE Y SU ENTORNO
La visita nos ha gustado mucho, totalmente recomendado.
Para completar el día, nos vamos hasta la ciudad de Narbona donde tenemos el hotel.
No tardamos en hacer el checking y acercarnos a ver anochecer en la ciudad, algo que nos gusta hacer siempre que se puede.
Dejamos el coche cerca de la estación de tren y caminando nos vamos hasta la Catedral que encontramos ya cerrada.
Palacios des Archeveques
La rodeamos siguiendo los jardines arzobispales y llegamos a la bonita plaza donde se encuentra el Ayuntamiento que comienza a iluminarse.
Esclusa del Canal de la Robine
Regresamos a la plaza y ahora encontramos la fachada completamente iluminada y nos quedamos un rato observando el ir y venir de la gente, después regresamos al coche por la Vía Domitia y cerca del hotel buscamos donde cenar para poner fin a este intenso día.
Pasaje del Áncora
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