DÍA 2: ALBI- PUYCELSI- BRUNIQUEL- PENNE- CORDES SUR CIEL- LAGUÉPIE

 Nos levantamos bien temprano para aprovechar el día, ya que tenemos una preciosa jornada visitando pequeños pueblos del departamento del Tarn rodeados de paisajes preciosos.

Nuestro primer destino del día es la pequeña localidad de Puycelsi. 

A  tan sólo a 44 kilómetros de Albi, situado en la frontera entre los ríos Tan y Garona y ubicado en lo alto de un promontorio que domina el bosque de Grésigne, nos encontramos con Puycesi, un pequeño pueblo con encanto medieval y fácil de recorrer para el visitante.


Panorámica de Puycelsi

Promontorio rocoso de Puycelsi

Dejamos el coche antes de llegar a la muralla y caminamos hasta el Camino de Ronda (recorre paralelo a la muralla), desde donde obtenemos preciosas vistas de los paisajes que nos rodean.


Subiendo al Pueblo


Caminando por el Camino de Ronda

Después de deleitarnos con los paisajes nos adentramos en las callejuelas casi en solitario y os podemos decir que cada casa y cada rincón son dignos de ser fotografiados ... 


Calle de Puycelsi

Place du Fus

Calle de Puycelsi

Casa típica de Puycelsi


Iglesia de San Cornelio

Interior de la Iglesia de San Cornelio

Rodeado el perímetro de la muralla y habiendo callejeado el pueblo llegamos finalmente a la Capilla de San Roque, desde donde llegamos a ver a un grupo de chavales que están de excursión y que animan un poco la zona con sus risas.

Esta pequeña capilla fue construida por la gente del pueblo en honor al Santo que les libró de la peste.

Capilla de San Roque

Antes de dejar el pueblo volvemos a caminar por el Paseo de Ronda y vamos descendiendo hasta el coche.


Muralla de Puycelsi


Saliendo por la Porte de L'Irissou

Muy contentos con esta primera visita del día, ponemos rumbo al cercano pueblo de Bruniquel.

Llegando al pueblo ya divisamos la dominante silueta de dos imponentes castillos situados en lo alto de un promontorio rocoso junto al río.


Castillos de Bruniquel


Panorámica de Bruniquel

Bruniquel forma parte de los pueblos más bellos de Francia y no es para menos, es una pequeña joya arquitectónica con un pasado esplendoroso debido al comercio de cáñamo, lino y azafrán.

A la entrada del pueblo nos encontramos con un parking gratuito junto al cementerio y dejamos el coche para ir caminando cuesta arriba hasta el pueblo.

Lo primero que nos encontramos es la iglesia de Saint Martin de d'Urbens con fachada de piedra y sencilla tanto por fuera como por dentro.


Iglesia de Bruniquel, del siglo xii


Interior de la Iglesia de Saint Martin d'Urbens

Seguimos calle arriba hasta llegar a la bonita Puerta Méjane o puerta del centro, la cual da acceso a la parte alta del pueblo donde se encuentran los dos castillos.


Rue de L' Hópital


Puerta Méjane

Sus mansiones y callejuelas empedradas nos transportan a un paseo por la Edad Media.


Casa típica de Bruniquel


Calle de Bruniquel

Sin duda la mejor manera de visitar el pueblo es perderse por sus calles para ir viendo rincones fabulosos y finalmente llegar a los dos castillos, que sin duda son lo más impactante. La población gozó de fama mundial en la Edad Media por el paso del Camino De Santiago

El Castillo antiguo de los siglos XIII- XIX, la torre llamada "Torre de la Reina Brunehaut", según la leyenda, surge de la primera fortaleza del siglo VI. 
Fue incendiado durante las guerras de Religión y reconstruido posteriormente.
En su interior se puede visitar la Sala de los Jinetes, la cocina con su huerto, el comedor con vigas pintadas o la galería desde donde se domina el acantilado.

El Castillo nuevo de los siglos XV- XVII, destaca la puerta de entrada, la antigua capilla convertida en cocina y la bodega pintada.
En el 1780, el vizconde Luis Rigal Bruniquel une los dos castillos construyendo las torres Gemelas, símbolo de la reunificación.

El pueblo y los castillos, propiedad de la población desde 1987, son una imagen simbólica del Tarn-et-Garonne.


Panorámica de los castillos

Vista del pueblo y los castillos 

Es hora de poner rumbo al siguiente destino, nos vamos hasta Penne, situado a 11 kilómetros.

Penne está dominado por las ruinas de un castillo y enmarcado en medio de un precioso entorno.


Panorámica de Penne

Sin dudar lo más llamativo al llegar al pueblo es las ruinas de su gran castillo, ya que todo el pueblo está construido en sus faltas bajo su protección.

La fortaleza es una típica arquitectura militar de Occitania y llama mucho la atención el lugar donde fue construida, a lo largo de la parte más estrecha de una gran roca.


Panorámica del Castillo de Penne

Castillo de Penne, fortaleza real del siglo xiii

El pueblo se visita fácilmente caminando por sus estrechas y empedradas calles.

Destaca la Iglesia de Santa Catalina, fortificada en la puerta de entrada del siglo XIX.

Iglesia de Santa Catalina 

El pueblo conserva su autenticidad medieval, sus bonitas casas junto con los restos de muralla y sus puertas hace que pasemos un agradable paseo.


Casa típica de Penne


Porte Peyriere

Calle de Penne

La pena es que no encontramos ningún restaurante para comer y tenemos que abandonar Penne antes de lo que nos hubiera gustado y poner rumbo a Cordes sur Ciel.

Nada más llegar a Cordes sus Ciel buscamos un restaurante  para comer y luego poder disfrutar el resto de la tarde del pueblo.

Este precioso pueblo tiene su época de gran esplendor entre los siglos XIII y XIV por la actividad comercial de telas, sedas y pieles.

El pueblo fortificado fue fundado por Ramón II, Conde de Toulouse con el propósito de convertirse en un punto defensivo ante el avance de las tropas que luchaban contra los cátaros.

Cordes sur Ciel es un bonito pueblo medieval muy bien conservado, situado en un monte y muy bien protegido por cuatro murallas concéntricas.

Panorámica de Cordes sur Ciel

El coche se tiene que dejar en la parte más baja del pueblo y subir caminando hasta llegar al centro histórico nos cuesta después de haber comido bien.

La visita la comenzamos en la Plaza Jeane Ramel-Cals donde se encuentra Información de Turismo y caminamos por la empinada Gran Rue de L' Horloge adentrándonos poco a poco en el centro histórico.

Atravesamos la Porte de L' Horloge y seguimos por la Grand Rue de la Barbacane donde podemos ir viendo bonitas tiendas de artesanía y llegar hasta la Torre de la Barbacane.


Porte de L' Horloge

Tour de la Barbacane

Otra de las puertas de acceso a la ciudad es la Porte du Vainqueur, y pasando bajo su arco nos vamos adentrando en la parte alta de la villa.

Siguiendo nuestro camino pasamos por la Porte de Rous y llegamos a la Place de la Bride, desde donde se obtienen buenas vistas de los alrededores.


Vistas desde el mirador de la Place de la Bride

Durante todo el recorrido que hemos hecho nos ha llamado mucho la atención las bonitas fachadas de las casas, pero ahora nos fijamos en una de las que más nos ha gustado, se trata de la Maison du Grand Veneur del siglo XIV.

Maison du Grand Veneur

Llegamos a la Plaza del Mercado que se encuentra cubierta por un enorme techo de madera que sustentan unas grandes columnas de piedra.

Les Halles

Otra del las joyas medievales de Cordes sur Ciel es la Iglesia de Saint-Michael, la encontramos cerrada por lo que no os podemos contar nada de su interior.


Vista de la Plaza del Mercado y la Iglesia de Saint-Michel

Iglesia de Saint-Michael

Después de tomarnos un refresco sentados en la terraza de la Plaza del Mercado, nos vamos poco a poco despidiendo de Cordes sur Ciel. Caminamos por la Rue Raimond II sin perder detalle de los bonitos rincones que seguimos viendo y llegamos a la Porte des Ormeaus y con ello a la salida del pueblo.

Rue Raimond II

Confluencia de la Rue Raimond II y Rue Saint Michel


Vistas desde la Porte des Ormeaux



 Porte des Ormeaux

Cordes sur Ciel es un pueblo imprescindible para todo viajero que llegue hasta esta zona de Francia, no os dejará indiferente porque es precioso.


Calle de Cordes sur Ciel

 


Rincón de Cordes sur Ciel


Casa típica de Cordes sur Ciel

De regreso al coche nos encontramos con otra bonita puerta de acceso a la ciudad, se trata de la Porte de la Jane.


Porte de la Jane

Estamos muy cansados porque ha sido un día de no parar, pero todavía nos quedan kilómetros para llegar a Laguépie donde tenemos el hotel.
En Laguépie paramos en un restaurante muy cuco justo después de atravesar el puente sobre el rio y aprovechamos a cenar. El GPS nos indica que el hotel está fuera de la localidad y no queremos llegar hasta allí y luego tener que volver para cenar.

Llegamos al hotel y descubrimos un entorno rural con rincones encantadores. La sencillez y buena disposición de los dueños fue muy agradable. Disfrutamos de  una infusión recordando la jornada. 







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