DÍA 1: MADRID- DUBLÍN- BRÚ NA BÓINNE- BELFAST- BALLYMENA

 

Después de disfrutar 10 días en Asturias sin horarios, hoy vuelve a sonar el despertador, pero como es normal en estos casos, hay que comenzar el día con alegría porque intuimos que hoy comienza un gran viaje, viaje que en este caso nos llevará a conocer Irlanda.

Nos presentamos en la T4 de Barajas para poner rumbo a Dublín. El vuelo está programado para las 7:35 horas y muy puntual despegamos. El trayecto lo hacemos dormidos, y casi sin darnos cuenta sentimos que el avión inicia el descenso para aterrizar.

Nada más poner pie en tierra notamos un fresco inusual a los días tan infernales que estábamos pasando en España cuando superábamos los 35º.

La primero obligación es  recoger el coche que hemos alquilado y así iniciar  nuestra ruta por Irlanda.

Los trámites del alquiler siempre son pesados pero luego sólo queda acomodarse en el vehículo, relajarse y poner en el GPS el destino al que quieres ir y comenzar así las vacaciones esperadas ...

 Así hicimos nosotros, nos vamos desde el aeropuerto con destino al complejo funerario más famoso del país, nos vamos hasta BRÚ NA BÓINNE para visitar NEWGRANGE.


BRÚ NA BÓINNE, es un gran complejo funerario construido en el neolítico entre los años 3300-2900 a. C. y formado por los yacimientos de Newgrange, Knowth y Dowth todo ello Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1993.

Llegamos al Centro de Visitantes un poco perdidos, era nuestro primer contacto con el país, pero pronto nos pusimos al día. Nos informaron que las visitas son guiadas y que el primer pase libre para hacer la visita sería a las 14:30 horas. 

Era una faena estar allí y no visitar Newgrange, pero también era un fastidio perder más de dos horas esperando para hacer la visita. Finalmente decidimos comprar los tickets (12,00 eur/persona).

En el Centro de Visitantes nos dan una audio guía que te va explicando las imágenes que se proyectan sobre la construcción del yacimiento y la vida en el neolítico.

En el mismo Centro de Visitantes hay un restaurante al que no dudamos en acudir para recargar pilas y a la vez hacer tiempo hasta la hora de nuestro tour.

Para hacer el tour hay que ir a buscar un bus (incluido en el precio de la entrada) que nos lleva hasta los pies del yacimiento. Allí nos espera una guía que nos explica la historia y cómo fueron descubiertos por casualidad por un agricultor que labrando sus tierras dio con una de las piedras decoradas.

La reconstrucción del yacimiento es muy llamativa porque usaron piedras blancas en lugar de usar piedras originales.

Fuimos rodeando el montículo mientras escuchábamos la explicación de la guía y visitando alguna de las grandes piedras decoradas que se conservan hasta que finalmente llegamos frente a la entrada principal.



La guía nos explica que desde hace años no se puede entrar para su mejor conservación, pero que hay un pasillo por el que se puede caminar hasta llegar a una cámara oscura adornada con relieves geométricos.

También nos explican que la entrada está orientada de tal forma que la luz entra a través del pasillo hasta llegar a iluminar la cámara sólo en el solsticio de invierno.

Aunque apenas dejan acercarse, la historia es muy interesante por lo que recomendamos la visita.



Regresamos al coche para poner rumbo a la que sería la última visita del día, la capital de Irlanda del Norte, Belfast.


BELFAST, es una ciudad moderna y poco monumental, por lo que en un día se pueden visitar los lugares más interesantes.

Nuestra primera visita es el Ayuntamiento o City Hall, el edificio más bonito y singular de Belfast.


Para conocer más sobre la historia de esta ciudad nos remontamos a la primera mitad del sigo XX cuando Irlanda consiguió la independencia del Reino Unido, aunque no fue así en todo su territorio, ya que Irlanda del Norte siguió en manos británicas por cuestiones religiosas (eran protestantes), creando un gran malestar a los católicos que eran minoría.

El IRA, grupo armado irlandés, que había luchado por la independencia del país, comenzó entonces a perpetrar atentados terroristas para reunificar la isla.

Por su parte, los protestantes partidarios de pertenecer a Reino Unido también crearos sus grupos paramilitares y el país entró en un espiral de violencia.

En los años 90 finalmente se llegó al acuerdo de Viernes Santo, donde se inició un proceso de paz y se formó gobierno compartido entre protestantes y católicos además de reconocer el derecho de autodeterminación democrática de Irlanda del Norte.

Para conocer mejor este conflicto nos desplazamos hasta el barrio West Belfast, donde nos da la impresión de estar ante otro muro de Berlín, ya que los restos del muro que aquí encontramos separa el barrio católico del sector protestante.

Caminamos por Falls Road, famosa por sus murales católicos reivindicativos, así como murales de figuras republicanas como Nelson Mandela y otros líderes.


Cerca encontramos un mural en memoria a las víctimas del lado católico (Garden of Remembrance).


En la Sede del Sinn Féin, brazo político del IRA, se encuentra uno de los murales más famosos. Se trata de Bobby Sands, que falleció por una huelga de hambre en los años 80.



Para conocer la otra parte de la historia, la de los protestantes unionistas, habrá que desplazarse hasta el barrio Shankill Road.

 El madrugón nos pasa factura y ya notamos el cansancio. Es hora de hacer la última visita.

Son las siete de la tarde y regresamos al coche para hacer el trayecto hasta Ballymena, donde pernoctaremos esta noche.

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